El porqué de todo

o cómo acercar mi vida a Mas Grau

Si alguien te preguntara por tu misión vital en este mundo, ¿qué le responderías?

En mi caso, a base de ir confirmándose a través de los años, creo que la sé: nací para transmitir a los demás que es posible dar la vuelta a cualquier cosa y transformarla: ya sea de triste a positiva; de normal, a extraordinaria; de gris, a brillante; de psee a wow (¡vaya piropo me dijeron!); y sobre todo, de complicada, a simple.

Como soy muy consistente, esta misión me sirve para ir adaptándome y evolucionar ante las circunstancias que me van sucediendo.

Así pues, cuando el proyecto de dejar la ciudad y vivir en el campo se convirtió en una posibilidad más allá del sueño loco de Josep Maria, mi compañero de vida, (llevaba años buscando un lugar especial para vivir en plena naturaleza, y de tanto buscar, claro, al final se encuentra), tuve que comenzar a imaginar cómo podía crear un futuro en el que también fuera posible mantener aquello que me hacía feliz : las personas, el bullicio y la ciudad; seguir con mi proyecto vital en Softlanding el cual, después de toda una vida trabajando en grandes empresas, había emergido por sorpresa y se había convertido en mi motor profesional; continuar con mis mágicos talleres donde la inspiración daba paso a la acción de forma espontánea …

Y pensando, pensando, lo encontré:

‘Mi casa de la montaña’ se convertiría en un espacio inspirador y fresco, lejano pero cercano, un ‘hogar’ para aquellas personas que necesitaran inspirarse y reflexionar, un lugar desde el que tomar el mejor rumbo del negocio. Además, yo podría acompañarlas, siguiendo mi misión vital: darle la vuelta a las cosas, transformando complejidad en sencillez, y desde aquí, hacerlas brillar.

Y como era una casa preciosa, y recordando mi época de anuncios y rodajes, decidí, ¿por qué no?, darle un nuevo uso: la vestiría bien bonita para que luciera como se merecía. Así, sus rincones llenos de luz, su olor a flores y sus azules provenzales podrían colarse en sets llenos de cámaras, de música, de historias, de vida y de inspiración, y se convertiría en parte de fotos, películas o anuncios… ¡quién sabe!

Y así lo hice.

De todo ello, surgieron unos valores firmes: ofrecer un servicio delicado y detallista, para que los visitantes «se  sintieran como en casa», realizar y potenciar actividades que sean respetuosas con este maravilloso entorno, y promover el respeto entre las personas, sacando lo mejor de sí, haciéndolas vibrar.  Y fue de forma natural que se alinearon con los valores de desarrollo sostenible:  promover un desarrollo económico equilibrado que tenga en cuenta la naturaleza y las personas…

Un día apareció el nombre del proyecto, Out of Home, y otro, el símbolo, el reloj de sol, con el que se mostraría al mundo. Fue fácil y natural, porque aquí, y esa es su magia, todo fluye, todo revive, todo forma parte del ciclo de la naturaleza en el que nosotros, simplemente, somos uno más.

Dedicado a mi padre.

Cristina Masachs

Cris-Masachs